Un olor, un sabor, una imagen, un sonido…
El principio de una cadena en la que los eslabones se van sucediendo para dar paso a una historia, nuestra historia. ¿Pero es esta historia, la propia, la del otro, la única, una historia real; son nuestros recuerdos tal como los evocamos? O, ¿será que la memoria se empecina en trastocar todo lo que almacena para moldearlo, subliminarlo y adaptarlo al aquí y al ahora, trasformando esa historia en algo plausible, digno de admiración y reconocimiento.
En su tercera obra publicada de forma
individual, Zaid Carreño nos invita a ésta y otras muchas reflexiones.
MEMORIAS FALSAS nos enfrentan a la
posibilidad de entender que la historia real personal, la del presente, la que
nos define, es producto de complejas interpretaciones, de intricado ejercicios
hermenéutico, protagonizado por los
hechos pasados por los hechos pasados que se van matizando de tiempo,
experiencia y olvido.
El libro está compuesto por una secuencia de relatos. Carreño narra la historia
de Álvaro Vélez sin restricciones, en una lancha que nos mueve por el flujo de
las confesiones de una vida con las que muchos se pueden identificar por lo
crudo y real en esencia del personaje.
“Era una mujer bella, de caminar elegante, cauteloso, algo soñadora, no porque su mente estuviera ocupada en ilusiones, sino a razón de sus ojos, que la mayor parte del tiempo permanecían somnolientos. No sus ojos, sus gestos eran los flojos; cuando hablaban no abría mucho la boca. Tal vez por ello resultaba tan encantadora su sonrisa, porque rompía abruptamente con la rigidez de su rostro”.
Álvaro, es nuestro protagonista principal en el libro, esta
compuestos por relatos que nos arman la historia, relatos por los cuales vamos conociendo a más personajes, que son
parte de la vida de Álvaro. Nos cuenta cómo fue cuando se fue a vivir a casa de sus tíos en su último año de carrera, que fue justo cuando conoció a Maritza, su prima, esa que le
ponía en el trasero que él miraba, esa a la que amaba en silencio y cuando le
declaro su amor… le arrojo un jarrón a la cara. O cuando estaba con su banda
de los cannabis. Banda de la cual su tío Federico era el líder, pero no le duró
mucho el gusto después de que balacearon el carro de Fede, y el único que iba
arriba era él.
“La dimensión del bien; de lo que es bueno; de lo que es correcto; que es más difícil de conquistar porque se requiere de mayor inteligencia, disciplina, tenacidad y paciencia. El lado del mal es más sencillo; el del bien es complicado”.
También nos narra sobre, Gina, el primer amor de Álvaro, sin
dejar de mencionar su primer gran drama, sus primero poemas, su primera vez.
Relatos tan de la vida cotidiana pero que en el momento nos
parecen tan complejos, tan sin sentido, pero pasa el tiempo y seguimos sin
tener una respuesta, solo nos queda el recuerdo.
Es un libro de relatos narrados con bastante calo mexicano en
donde el lector se puede sentir identificado, incluso sacar algún tipo de
sonrisa por esos momentos de antaño que siempre se nos quedan marcado, que sé
yo. Memorias que podrían ser falsas, o no, pero al final memorias.
“Susana era la Diosa del amor sexual, pero no de otros amores”.
Cada relato va acompañado de fragmentos de diferentes
canciones porque en nuestras memorias, no solo se encuentran personas,
momentos, lugares, también tenemos esa música que nos transporta al momento.
“Como cambian las cosas, me refiero a la vida, cuando el tiempo no controla”.
Les dejo un fragmento de la novela que me gusto mucho:
“Los hombres se quitan su arma para todo; para pelear, para ir a la iglesia, por flojera, por incomodidad, y por muchas más razones. La mujer tiene que aprender también a quitarse el arma, proyectar que no nada más es un ser sexual, útil para procrear. Más bien, hijo, somos un ser sexual y no solo incubadoras. Si logramos demostrar que también tenemos un arma, que podemos matar como el hombre, entonces no se verán mal nuestras conquistas. Ese es el problema, ya no somos más unas cazuelas, pero se nos sigue viendo así, cuando logremos cambiar el concepto que se tiene de nosotras seremos tan respetadas como Alejandro Magno, qué digo, como Sor Juana Inés.- Se está haciendo, se está logrando, cada vez más mujeres no quieren ser madres, ya no es su fin último. Han decidido ser las únicas dueñas de su cuerpo. Nuestra arma es más poderosa porque es simbólica; no la traemos colgando, la tenemos en la cabeza, pensamos con ella desde ahí y no abajo; inteligencia emocional. Lo que tenemos que aprender es a enchufarla y desenchufarla a nuestro antojo; prenderla y apagarla cuando nosotros queramos, no cuando los hombres lo deseen. Fíjate, esa es otra ventaja, ellos tiene que arrancársela, nosotras nada más tenemos que apretar un botón; no me refiero al clítoris; el on está detrás de la oreja izquierda, pero pocas mujeres lo saben”…. “dejar de ser víctimas para convertirse en victimarias, para ser tan poderosas como el hombre y erradicar para siempre la palabra puta, para ser respetadas y hasta admiradas y ser llamadas conquistadoras, La liberación de su sexo para convertirse en Atenea, Afrodita, o Artemisa, o todas al mismo tiempo”.